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viernes, 5 de septiembre de 2014

Error.

Hay mil maneras de empezar un blog en internet. Las hay con una presentación, con un vídeo, con una bienvenida... No perdamos el tiempo. La gente le importa una mierda como eres, lo que presentas... Lo que quiere es entretenerse, leerte. Algo interesante, curioso... Y, porqué no, para estrenar mi blog crear la primera entrada sobre un dolor reciente. Porque expresarte en Twitter está muy bien, pero en 140 caracteres no te da ni para comenzar.

Esta es la entrada del típico gilipollas que lo tiene todo, una familia relativamente unida, una relación activa e ideal, unos amigos estupendos, unos camaradas leales, una vida variada... Hasta que llega un día y tu vida da un vuelco: tu familia se desune, cortas con tu pareja (por tu puta culpa, para que engañarnos), pierdes a tus amigos y cambias de camaradas. Yo tenía todo eso, era feliz. Madrid estaba a mis pies, amaba a mi pareja y era amigo de mis amigos. Pero como eso me parecía poco, porqué no cambiar radicalmente. Porqué no pasar de ser un chaval que pasa de movidas, tranquilo, deboto, cariñoso... A uno totalmente opuesto: radical, violento, extremista, agnosticista, mujeriego... Todo de golpe y claro, no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes.

Amigos he perdido muchos a lo largo de mi vida. Buenos amigos que se van para no volver, discusiones, incluso pérdidas mortales. Los amigos van y vuelven, pero cuando conoces a tu alma gemela, alguien con el que envejecer... Y la cagas, la pierdes, eso no tiene perdón de Dios. Sobretodo cuando la prometes amor eterno, promesas, juramentos, un futuro juntos... Y, ¿cómo la pierdes? ¿Se acaba la chispa? No, la pierdes cuando eres como yo: un inhumano que, pese a tener una relación ideal y una pareja enamoradísima (tres años de relación activa) coges y te vas con otras, te dejas influir y el egocentrismo se te sube a la chepa. Porque tener una no es suficiente, quieres más. El antinarcicista que era antes se convierte en un creído que cree que puede tenerlas a todas, y que no iba a pasar nada. La envidia de los amigos, de los camaradas, para luego acabar solo. Bueno, tan solo no: acompañado del alcohol de turno, sea vodka, ron o vino del Mercadona caducado desde el 31 de octubre del 2013.

No se lo que pasó el día fatídico. Era viernes por la tarde noche. Estaba en Atocha, había terminado la última reunión del partido e iba a ir a un pueblo al borde de Madrid, llamado Brea de Tajo, al cual había sido invitado por un buen amigo y camarada. Aún estaba con mi relación de casi tres años. Subimos al bus, pagué el tasazo de 5,10€, me senté al lado de mi amigo y me dispuse a empezar un largo viaje de más de una hora por las comarcales de Madrid dirección Estremera. Iba todo bien, yo pensaba en Madrid y en mi chica, estaba hablando con mi amigo de nuestros problemas, luego al llegar al pueblo, antes de entrar nos intentamos dar miedo con temas paranormales, películas de terror y demás. Lo típico cuando te aburres en un bus de una hora y no tienes ni batería, ni libro ni nada para entretenerte. Bajé del bus junto a mi amigo, allí estaba su familia, esperando nuestra llegada. Todo fueron risas, partimos hacia su casa. Nada raro dentro de una quedada de amigos. Hasta que veo a su hermana, a la cual ya la conocía de antes en persona, y de mucho antes por Instagram (la seguía por ser del palo y Ultras Sur). Lo típico: los dos besos, preguntar y bla bla bla. No, no soy tan hijo de puta que voy a saco a la primera. Aunque fue raro lo que vino y lo que marcó un antes y un después: yo no buscaba lío, estaba bien con mi chica, aunque habíamos discutido un poco, pues ella no quería en el fondo que fuera al pueblo pues se olía algo. Santa razón. La familia con la ausencia del padre estaba fuera, nosotros salimos. La hermana ya estaba fuera de antes. No se que pudo pasar, pues nos invitaron a mi y a la chica esta a dar una vuelta a solas por el pueblo. No sabía lo que pasaba, por donde iban los tiros. No sabía en ese momento si la chica sentía algo por mi y lo había pactado con su madre. Me daba igual. Medio cortado por el momento di la vuelta con la chica. Como dije, no buscaba nada, no me lancé. Tan sólo preguntas del momento, bastante absurdas. La líamos un poco, pues como hay muchas casas abandonadas, pues apedreamos algunas. Lo pasamos bien esa noche, para que engañarnos. La chica no era fea, tenía 15 años, rubia, ojazos... Pero nada que me llamase mucho la atención. Era majísima, aunque se veía algo raro en su comportamiento. Lo ignoré.

Volvimos del paseo y guía por el pueblo de casi una hora: no había sucedido nada. Sin embargo, debido a que estaba un poco tocado yo por mi pareja y tenía muchas pajas mentales, hubo algo que me hizo conectar con la chica: ya no me daba tanto igual liarme o no, pero no lo buscaba. Y no lo hice. Cenamos. Recuerdo el cacho bocata (perdonad tal basta expresión, pero es mi blog y escribo como quiero) de bacon, queso y cebolla que nos hizo a mi y a mi amigo su madre. Aunque ahora que lo pienso no sé si la cena fue antes o fue después. Da igual, me encantó. Después de cenar pues fuimos a dar una vuelta por ahí, nada raro. Recuerdo haberme rayado después del anterior paseo con la hermana, lo cual se lo comenté a mi amigo. Estaba rayado por si había echo bien o no liarme con su hermana. El me dio su voto de confianza, diciéndome que hiciera lo que creyese, lo que mejor que fuera. Durante la vuelta, en la cual jugamos un rato al fútbol, me comí bastante el tarro. Pensé que podría empezar una nueva relación con su hermana, pues siempre quise estar con una chica del palo y que fuera tan parecida a mi en temas de política, visión del mundo, hobbies... Pensé que podía vivir sin mi anterior pareja, que se había acabado la relación hace mucho. Me engañé, estaba equivocado. Iba a terminar el día, estaba ya en mi cuarto, el cual compartía litera con mi amigo. Me iba a cambiar, me quedé a solas cuando entró ella, la hermana. No recuerdo que fue lo que me dijo, creo que me dio las buenas noches y me dio un beso en la mejilla, eso seguro. Pero después del besito en la mejilla saltamos ambos como de manera natural. No me di ni siquiera cuenta. No quiero ni especificar, pues todo el mundo sabe lo que vino. Que cojones, me lié. Pero fue extraño. Me gustó, porque los besos me gustan, pero era extraño, era distinto. Muy distinto a la forma de besar de mi anterior pareja. Esta era más "agresiva" a la hora de besar. Recuerdo que cuando empezamos, a la larga quería que terminase. Sabía que estaba haciendo mal, que era un acto de lujuria. Pero no podía. Paramos porque vino el hermano, mi amigo. Obviamente se lo conté cuando nos tumbamos, y me animó a que saliera con ella, pues por lo visto le gustaba. Al principio no me lo creía. A mi en el fondo en el fondo no me gustaba, me atraía físicamente y me hacia un poco de tilín, pero creo que era más por la similitud ideológica o algo así. Aunque después de pensarlo me dije: porqué no, nunca antes había estado con alguien del palo, y muchos amigos míos y camaradas iban detrás de ella, casi siete. A los dos días le pedí salir, casi tres (estuve allí 4 días y medio). Los días que estuve allí me gustaron bastante, estuve muy cálido con la familia de mi amigo y con la chica esta, pero tenía remordimientos. Cuando pasó, o antes de que pasara, se lo comenté a mi pareja, y de muy mala manera. Iba de sobrado, como si no tuviera sentimientos...

Pasaron los días. Había echo muchísimo daño a la persona que más me quería en el mundo, la cual jamás me falló ni lo haría. No hice nada por remediarlo, por cambiarlo. Todo lo contrario: adopté una postura muy defensiva y agresiva, además de hostil hacia ella, como si tuviera ella la culpa. La eché en cara muchas de las cosas que me enamoraron de ella, de mis errores... El daño era brutal, y yo seguía en una nube de narcicismo, lujuria y soberbia. No me di cuenta de lo que había echo hasta ahora, casi más de un mes después de todo lo que ha pasado. Me di cuenta muy, muy tarde de que no podía vivir sin ella, que esta nueva chica era guapísima, buena persona, con un estilo que me llamaba, pero no me llenaba, no era lo mismo. Por chat, cortante. Cuando quedamos, rutina. Problemas a la mínima, celos y otras rayadas varias. La había cagado. La chica que más me ha querido en el mundo y la cual estuvo enamorada de mi los tres años de relación la había tratado como a la mierda, la había insultado, vacilado... Como si fuera basura. Pese a todo, no quiso separarse de mi. Sabía que estaba con otra, que la había traicionado (otra vez), pero tenía esperanzas en que cambiase, en que despertarse. Como dormido que estaba, me negué a verlo. Todo un mes así. Quería incluso volver, o que lo arreglásemos. Y yo, como buen gilipollas, solo lo empeoré. Sólo cuando ella salió definitivamente de mi vida me di cuenta que faltaba algo. Ya no se arrastraba hacia mi, ya no intentaba solucionarlo, ni intentaba nada. Es más, se había empezado a olvidar de mi, hasta el punto de empezar a conocer a otro chico. Yo al principio no me lo creía, hasta me reía. Pero cuando vi que ya no me tragaba, que me odiaba, que pasaba olímpicamente de mi y que podía estar por otro, es cuando reaccioné. Me di cuenta, comparé. No era lo mismo. La hermana de mi amigo la veía una vez o dos cada dos semanas, y aveces ni eso. No hablamos por teléfono y apenas decíamos nada por WhatsApp. Era algo de facto. Cuando estaba con mi ex, todo era muy distinto: hablabamos a todas horas por WhatsApp, por teléfono. Hablabamos bien, muy bien. Quedabamos 2 o 3 veces por semana, aveces todos los días, otras veces una vez. Nos regalabamos cosas, nos escribiamos cartas, nos felicitabamos por nuestras fechas, íbamos a cosas que nos gustaban a los dos o sólo a uno. Eramos inseparables. Tras mucho reflexionar y ante la sobriedad a falta de alcohol en mi casa, me di cuenta de que había perdido el mayor tesoro que había tenido en mi vida. El tiempo se había acabado, ya no quería saber nada de mi. Ni ella, ni sus amigas, ni nadie relacionado con ella. Yo ahora, el que iba de sobrado y de vacilón, intentaba, sin éxito, arrastrarse ante ella, siendo rechazado a la primera y sin mediar palabra. Bloqueado de WhatsApp, deseguido de todas las redes y sin apenas contacto, me veía en una especie de desesperación y rabia, pues lo tenía todo y ahora no tenía nada. Sentía (y siento) un duro nudo en mi estómago, y literalmente. No consigo pillar el sueño a mi hora, ni pensar en otra cosa que no sea ella y nuestros momentos. Lo peor es lo que tengo en mi cuarto: ni siquiera retiré las cosas que tenía de ella. Aún tenía sus dibujos, sus regalos, algunas fotos... Incluso su olor en unas de mis camisetas, regalada por ella misma.

No se que hacer. Cualquiera que haya leído esto hasta el final dirá que se ha acabado para siempre, que la he perdido, y no le voy a quitar la razón. Puedo superar perder viejos o nuevos amigos, perder incluso familiares, pero cuando pierdes a una persona que ha estado allí las 24 horas, que ha estado siempre, que nunca te traicionó, ni te falló... Es muy difícil pasar página. Necesitaba expresarme, escribir esto. Supongo que habrá incoherencias, alguna falta. Me da igual, solo quería escribir. Me gusta escribir, me gusta expresarme y contar mis cosas. Antes, ella era quien me escuchaba y daba consejo, ahora recurro a los blogs para, bueno, en fin, sentirme leído. Son las 5:56 de la mañana ahora mismo, llevo una hora escribiendo. Pese a estar tomando café solo en éste mismo momento, me siento cansado, me pesan los párpados. Me voy a la cama, a intentar dormir, si es que puedo. Todo esto me lo he buscado.

TAV26

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